Cuando hablamos de Cirugía Plástica, Estética o Reparadora nos referimos a la especialidad de la cirugía cuyo objetivo es devolver la integridad anatómica al cuerpo, o corregir alguna alteración o defecto físico.
Durante el último siglo las intervenciones de cirugía estética han aumentado de manera casi exponencial. Esto se debe, entre otros motivos, a las nuevas técnicas utilizadas -que facilitan la recuperación del paciente-, el aumento de intervenciones a pacientes masculinos, y su accesibilidad a personas con diferentes recursos económicos. Estos factores han contribuido a democratizar este tipo de cirugía, permitiendo a miles de pacientes paliar diferentes defectos físicos que en numerosas ocasiones son fuentes de complejos y de pérdida de confianza. Sin embargo, cabe recordar que la búsqueda de un aspecto bello o incluso normal es constante en las diferentes civilizaciones humanas.
Los orígenes de la cirugía plástica pueden remontarse hasta el segundo milenio antes de Cristo. El objetivo de aquellas primeras intervenciones era corregir el aspecto de las heridas producidas por la naturaleza o por otros hombres. Estos esfuerzos ya quedaron recogidos en el papiro egipcio de Ebers, datado 1500 años antes de nuestra era.
Una de las funciones de las primeras cirugías estéticas era solucionar las alteraciones producidas por las amputaciones, uno de los castigos más habituales en las civilizaciones antiguas. Tenemos uno de los ejemplos más representativos en los primeros reinos de la India, que acostumbraban a amputar la nariz y las orejas como castigo a ciertos delitos. El Susruta Samhita, una colección de tratados médicos datada entre los años 800 y 400 A.C, recoge ya algunas de las primeras intervenciones quirúrgicas realizadas, como la rinoplastia y la queiloplastia. La rinoplastia tenía especial relevancia en la cultura hindú, ya que el adulterio era castigado con la amputación de la nariz. Por eso Susruta, considerado uno de los padres de la medicina india, dedica parte de su libro a explicar la restauración de una nariz mutilada:
“Cuando la nariz de un hombre ha sido cortada (como castigo) o destruida (por alguna enfermedad o contienda bélica), el médico tomará la hoja de una planta que sea del tamaño de la parte destruida, y la colocará sobre la frente o la mejilla para recortar un pedazo de piel de igual dimensión (pero de tal manera que la piel permanezca unida por uno de los extremos). Se refresca con el escalpelo los bordes del muñón de la nariz, para cubrirlo por ambos lados con la piel preparada, cosiéndola por los bordes. Luego coloca dos tubos delgados donde deben ir las ventanas de la nariz para facilitar la respiración y mantener la forma de la piel aplicada. Se completa colocando sobre la zona cruenta polvos de sapan, raíces de regaliz y berberis, cubriendo finalmente con algodón. Tan pronto como la piel se haya integrado a la nariz o zona receptora, se corta la conexión con la zona dadora”.
Esta intervención, en apariencia muy rudimentaria, es sin embargo una de las bases de la cirugía plástica actual. De hecho, las suturas que describe Susruta son similares a las que se utilizan hoy en día.
En la civilización romana se valoraba enormemente la labor del cirujano que era capaz de disimular las cicatrices “F y “K”. Estas marcas se grababan con un hierro candente sobre esclavos, fugitivos o calumniadores. Marcial, un cronista de la época, menciona en sus escritos a Eros, un cirujano famoso por eliminar este tipo de cicatrices. De hecho, durante el imperio romano la cirugía estética tenía tal relevancia que incluso el emperador Justiniano II se sometió a una rinoplastia tras perder su nariz en una batalla.
Estas técnicas quirúrgicas fueron pasando de generación en generación entre algunas familias sicilianas durante el Renacimiento. Es el caso de los hermanos Branca, que popularizaron la técnica india de la rinoplastia en Europa. En Calabria también existía una gran tradición estética, como en la familia de los Vianeo de Maida, o los Boiano de Tropea. El Duque de Urbino, por ejemplo, perdió el ojo derecho durante un torneo aproximadamente en 1450. Para aumentar el campo visual de su ojo izquierdo se sometió a una intervención que le extirpase la parte alta del tabique nasal. El resultado de esta cirugía puede verse en algunos de sus retratos.
A pesar de estas notables excepciones la cirugía estética sufrió un gran retroceso durante la Edad Media. La caída del imperio romano y el auge del cristianismo son algunos de los motivos de este estancamiento. De hecho, las intervenciones estéticas fueron prohibidas en el siglo XIII por el Papa Inocencio III por considerarlas una práctica blasfema que atentaba contra la obra divina.
Durante el Renacimiento esta especialidad vuelve a resurgir de la mano de Gaspar Tagliacozzi, considerado el padre de la cirugía plástica moderna. Fue profesor de anatomía y cirugía en la Universidad de Bolonia durante la segunda mitad del siglo XVI. La unión de sus profundos conocimientos anatómicos y sus habilidades quirúrgicas consiguió que realizase con éxito operaciones como la rinoplastia, o intervenciones en las orejas y los labios. Su técnica consistía en ligar a la nariz un colgajo de piel tomada del brazo hasta que estuviera completamente adherida. Sin embargo, a pesar de los avances que introdujo, sus intervenciones fueron condenadas por los cirujanos de la época así como por la Iglesia y la Inquisición.
No fue hasta bien entrado el siglo XVIII cuando se publicó en Inglaterra la revista Gentleman’s Magazine. En ella se informaba de que, bajo el auspicio del rey Jorge IV, la cirugía plástica quedaba permitida para todos aquellos que la necesitasen. En el resto de Europa la cirugía estética se retomó oficialmente en 1822 gracias a la obra de J. F. Dieffenbach, profesor de la Universidad de Berlín y cirujano innovador de la especialidad.
Especial relevancia tiene la figura de Jacques Joseph, que contribuyó de manera importante al desarrollo de la cirugía plástica. En 1896 realizó la primera intervención de otoplastia de la historia. La cirugía fue un éxito, por lo que decidió publicar la nueva técnica que había utilizado. Sin embargo, la Universidad de Leipzing rechazó públicamente sus innovaciones. También ideó una técnica de rinoplastia a la que denominó ‘Rinomiosis’, que consistía en la realización de una incisión externa sobre el puente de la nariz, que a continuación convertía en una incisión interna. Sus buenos resultados y sus cicatrices discretas redundaban en una notable mejora del estado psicológico del paciente. A pesar de ser un adelantado a su tiempo, sus descubrimientos le costaron el despido debido a los feroces prejuicios de la sociedad de la época. Finalmente su empeño por mejorar la calidad de vida de sus pacientes a través de la corrección de su aspecto físico fue reconocido, ocupando la primera cátedra de cirugía plástica de la Universidad de Berlín en 1918.
No fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando la cirugía plástica adquirió la relevancia que de la que goza hoy. El ingente número de soldados mutilados y desfigurados hizo necesaria la creación de centros especializados en cirugía plástica y reconstructiva. Es en muchos de estos centros donde se formaron algunos de los profesionales más prestigiosos e innovadores de la especialidad, como Morestin, Sir H. Gillies y V.H. Kazanjian. En 1921, tras el final de la guerra, aparece la primera sociedad de cirugía plástica en EEUU: “American Association of Oral and Plastic Surgeons”.
Durante la Segunda Guerra Mundial se amplía el campo de la cirugía plástica, que se había limitado tradicionalmente a las reconstrucciones maxilofaciales, los injertos y las quemaduras. Tras la finalización del conflicto comienza a editarse la publicación “Plastic and Reconstructive Surgery” en EEUU y “British Journal of Plastic Surgery” en Reino Unido. Este boom de publicaciones especializadas se vio acompañado de la creación de diferentes sociedades de cirugía plástica, cuyo objetivo era difundir los conocimientos médicos y las nuevas técnicas quirúrgicas.
A lo largo de la evolución de la cirugía plástica han sido cientos los profesionales que han realizado aportaciones significativas a la especialidad. Sin embargo, estos son algunos ejemplos cuyas contribuciones han sido especialmente relevantes para el desarrollo de este campo:
- En Varsovia está la figura del profesor Carlos Fernando Von Graefe, que introdujo la cirugía del labio leporino en 1816.
- En Francia destaca la figura de Louis Xavier Ollier, que inventó el injerto dermoepidérmico que ahora recibe su nombre.
- Carl Thiersch introdujo en la especialidad el injerto cutáneo y un cuchillo especial para el mismo fin.
- Jacques Louis Reverdin aportó a la cirugía estética el método de injerto epidérmico que también adoptó su nombre.
- La técnica del lifting fue ideada por Eugen Hollander en 1912.
- Charles Conrad Miller fue pionero de la especialidad en EEUU. En 1926 publicó sus exitosas experiencias llevando a cabo implantes en los tejidos faciales con materiales ajenos a los cirujanos contemporáneos, como porciones de seda o marfil vegetal.
- Suzanne Noel fue otra pionera de la cirugía plástica en Francia. Su libro “La cirugía estética y su rol social” contiene las primeras observaciones psicológicas sobre los pacientes, mencionando también sus prejuicios y miedos.
- Y. G. Illouz inició la técnica de la liposucción en 1977, eliminando los depósitos de grasa localizados mediante unas cánulas de metal a través de pequeñas incisiones.
La cirugía plástica en la actualidad
Este tipo de cirugía alcanza un desarrollo notable durante la segunda mitad del siglo XX gracias a las nuevas técnicas, procedimientos y materiales utilizados. Los nuevos avances han conseguido que la intervención y el postoperatorio resulten cómodos y prácticamente indoloros para los pacientes.
La cirugía plástica hoy engloba casos de quemaduras, reconstrucciones, corrección de malformaciones, etc. Se trata de una especialidad única en el sentido de que su campo de actuación no está limitado, sino que abarca diferentes especialidades menores.
En la actualidad existen numerosas organizaciones a nivel nacional e internacional cuyo objetivo, además de definir la especialidad, es compartir los conocimientos y técnicas de una especialidad inmersa en un proceso de modernización constante. Es el caso de ISAPS o ASPS. En nuestro país los profesionales de esta especialidad se agrupan bajo la organización SECPRE, que organiza constantemente actividades formativas como charlas, congresos o simposios. La AECEP es otra organización española que reúne a los cirujanos de esta especialidad más prestigiosos del país.
Si tomas la decisión de someterte a cirugía estética recuerda que el cirujano que elijas debe ser miembro de al menos una de estas sociedades, que garantizan la profesionalidad, la experiencia y el conocimiento de las técnicas más avanzadas de la cirugía plástica.