El interés por los procedimientos estéticos tanto quirúrgicos como no quirúrgicos, ha aumentado con carácter general entre los más jóvenes, por efecto del creciente valor que se le da a la imagen en este sector de la sociedad y, en los últimos años, por la influencia de las redes sociales en las que se busca proyectar una apariencia que se adapte en todo momento a los criterios estéticos del grupo al que pertenece el individuo.
Hay casos, sin embargo, en los que un menor de edad presenta un determinado rasgo físico que le supone malestar psicológico, no pudiendo controlarlo de forma voluntaria y llegando a condicionar su conducta: es lo que se considera un complejo.
Una intervención de Cirugía Estética no se establece en base a la edad sino a la indicación quirúrgica que determina un profesional de la especialidad, según las necesidades y circunstancias de cada paciente. Es el cirujano quien debe determinar si el complejo tiene un fundamento físico que se pueda resolver con una intervención quirúrgica. Para ello se valoran tanto la naturaleza del elemento que ocasiona dicho complejo como las expectativas y motivaciones reales del paciente.
Existen algunas cirugías que sí pueden plantearse en menores de edad como son la cirugía de la nariz o rinoplastia, la otoplastia o cirugía de las orejas de soplillo y algunas cirugías corporales como la reducción mamaria.
Para ello deben cumplirse una serie de condicionantes:
– Que se haya completado el desarrollo del órgano a tratar. Hay intervenciones que no están recomendadas en pacientes menores de edad, porque no han completado su desarrollo evolutivo o porque se considera que el órgano sobre el que se va a intervenir puede presentar modificaciones con el paso del tiempo.
– Que el defecto que se aprecia suponga malestar psicológico para el menor y que sea el propio paciente quien indique la incomodidad que le supone. Debe tenerse en cuenta que cualquier cirugía tiene riesgos, y aunque pequeños, los padres no deberían inducir al menor a realizar una cirugía cuyos resultados serán permanentes y con frecuencia visibles.
– El menor debe tener la madurez psicológica suficiente para comprender los elementos más básicos de la intervención, así como cuestiones relativas al postoperatorio. Debe existir un periodo de reflexión lo suficientemente amplio como para permitir al adolescente asumir el antes y después de la operación.
Cirugías
El desarrollo de los pabellones auriculares es rápido y alcanza cerca del 90% de su tamaño definitivo a los 4 años de edad; por ello, la otoplastia – o corrección de las denominadas “orejas de soplillo”- puede indicarse en niños, incluso con anestesia local a partir de los 9 o 10 años de edad. Otra intervención habitual en jóvenes es la rinoplastia, al finalizar la nariz su desarrollo en torno a los 13 ó 14 años en mujeres y a los 16 en hombres. La reducción mamaria puede realizarse, según el desarrollo de la paciente, a los 15 ó 16 años; se plantea en casos de un desarrollo excesivo de la glándula mamaria lo que supone no sólo un complejo, sino una limitación a la hora de realizar actividad física. En el caso de la ginecomastia (desarrollo anormal de las glándulas mamarias en los hombres), que puede aparecer entre los 14 y 15 años, conviene esperar a la mayoría de edad al presentarse ocasionalmente de forma transitoria al disminuir su presencia o desparecer en la edad adulta al completarse el desarrollo corporal.
Una cirugía estética en un paciente menor de edad, bien indicada y realizada por un profesional con experiencia, proporciona beneficios psicológicos, con frecuencia muy evidentes, que suponen para el paciente un aumento de la confianza y seguridad en sí mismo.
Autorización
Según datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), de las aproximadamente 65.000 operaciones de cirugía plástica que se practican al año en España, un 1,5 por ciento son realizadas a menores de 18 años.
No existe una normativa específica que regule las intervenciones de cirugía plástica a menores, sino que se rigen por las leyes de la autonomía del paciente (2002), que obliga a pedir el consentimiento de los padres a toda persona menor de 16 años que deba o quiera someterse a una intervención.
Desde esta organización, se aconseja a los menores acudir al cirujano acompañado de sus padres o representantes legales, cercionándose de que la consulta la realiza un profesional con la titulación de especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora.