En primer lugar están los riesgos asociados a cualquier intervención quirúrgica debidos a la anestesia, un sangrado mayor de lo considerado normal o una infección. Estos riesgos son altamente improbables.
En segundo lugar están los asociados a la implantación de la prótesis. El que más preocupa es la aparición de la denominada contractura capsular. En condiciones normales el organismo envuelve la prótesis con una capa de tejido o cápsula, siendo un proceso fisiológico e inocuo. Sin embargo, en ocasiones, y por causas que se desconocen, esta cápsula se vuelve más gruesa de lo habitual, se contrae y puede hacer cambiar tanto la consistencia como la forma de la mama.
Existen varios grados de contractura, pasando en ocasiones desapercibido por el paciente. Sin embargo cuando la contractura es intensa, se altera la forma de la mama al desplazarse la prótesis, pudiendo incluso ser dolorosa. Para resolver esta circunstancia se precisaría una nueva cirugía para extraer la cápsula y permitir que la prótesis recupere la forma deseada. La frecuencia de esta complicación ronda el 3 al 5% de las prótesis implantadas y, cuando aparece, suele presentarse antes del primer año tras la cirugía. Este índice es mayor en pacientes que lo han padecido con anterioridad. Con frecuencia se ve en una mama y no en la contralateral. Cabe destacar, por último, que esta complicación en ningún caso supone otro riesgo que los descritos previamente.
Pueden darse alteraciones de la sensibilidad, tanto por exceso como por defecto, de alguna región de la mama o de la areola y pezón, que son transitorios si bien pueden pasar varias semanas hasta que se recupere totalmente.