Aumento de mamas

MAMOPLASTIA DE AUMENTO

La cirugía de aumento mamario mediante la colocación de implantes es un procedimiento por el que se pretende mejorar el volumen o la forma del pecho. Es una técnica que está indicada más frecuentemente para aquellas mujeres en las que el pecho no se ha desarrollado con el tamaño deseado. También se aconseja cuando existe diferencia de tamaño entre ambas mamas o cuando se quiere recuperar la forma o el volumen previos a la pérdida de peso, el embarazo o a cambios debidos a la edad.

El aumento mamario es un procedimiento minucioso en el que se deben de analizar la constitución de la paciente, el tipo de piel y el volumen y forma de la mama previa a la cirugía. Todos estos aspectos deben de ser considerados para cada paciente en particular a la hora de establecer el volumen, el lugar de colocación del implante y la vía de introducción para conseguir un tamaño y forma naturales.

El Procedimiento

En la mamoplastia de aumento se realiza la implantación de una prótesis bajo la glándula mamaria o el músculo pectoral. La colocación en uno u otro plano depende de diversas consideraciones relacionadas con la constitución del paciente, el tipo de tejido glandular previo u otras circunstancias que deben de ser valoradas por el cirujano.

 

El implante es introducido a través de una pequeña incisión que se realiza habitualmente en la areola o en el surco submamario. En cualquier caso las cicatrices quedan perfectamente disimuladas.

Tras colocar el implante se dejan unos drenajes durante unas horas y son retirados antes del alta hospitalaria, generalmente a las pocas horas tras la intervención.

La cirugía suele durar en torno a una hora.

Caso real

Para lograr un resultado natural es necesario tener en cuenta el volumen previo de la mama, las características de los tejidos o la constitución de la paciente. El objetivo, como en este caso, es un pecho con suficiente volumen pero sin exceso de proyección en la parte superior del mismo.

Caso real

La mayor parte de las mujeres que deciden realizar una cirugía de aumento mamario buscan resultados completamente naturales. El tipo de prótesis y especialmente la técnica quirúrgica empleada determinan el resultado final.

Caso real

Con frecuencia las pacientes que desean aumentar el volumen de sus mamas, son mujeres que han tenido uno o más embarazos. Los cambios asociados a la gestación y la lactancia pueden suponer modificaciones en el tamaño del pecho así como el descenso del tejido mamario. En estos casos es necesario dar volumen a toda la mama, y de forma especial a la zona superior de la misma.

Caso real

Los implantes mamarios son la mejor opción para aquellas mujeres que, habiendo completado su desarrollo físico, presentan unas mamas de pequeño volumen. Es una situación frecuente. El cambio corporal que supone una cirugía de estas características repercute muy positivamente en la imagen que las pacientes tienen de sí mismas.

Caso real

En una intervención de aumento mamario el objetivo es lograr un resultado de apariencia natural. Según nuestro criterio estético el polo superior de la mama no debe de estar excesivamente lleno y la caída de la mama debe de parecerse al de un pecho no operado.

Caso real

A la falta de volumen pueden asociarse unas costillas (arcada costal) prominentes, como en este caso, o por el contrario hundidas en su parte central (pectus excavatum). Ambas condiciones deben de ser tenidas en cuenta por el cirujano y pueden mejorarse con una cirugía de aumento mamario.

Preguntas frecuentes

En primer lugar están los riesgos asociados a cualquier intervención quirúrgica debidos a la anestesia, un sangrado mayor de lo considerado normal o una infección. Estos riesgos son altamente improbables.

En segundo lugar están los asociados a la implantación de la prótesis. El que más preocupa es la aparición de la denominada contractura capsular. En condiciones normales el organismo envuelve la prótesis con una capa de tejido o cápsula, siendo un proceso fisiológico e inocuo. Sin embargo, en ocasiones, y por causas que se desconocen, esta cápsula se vuelve más gruesa de lo habitual, se contrae y puede hacer cambiar tanto la consistencia como la forma de la mama.

Existen varios grados de contractura, pasando en ocasiones desapercibido por el paciente. Sin embargo cuando la contractura es intensa, se altera la forma de la mama al desplazarse la prótesis, pudiendo incluso ser dolorosa. Para resolver esta circunstancia se precisaría una nueva cirugía para extraer la cápsula y permitir que la prótesis recupere la forma deseada. La frecuencia de esta complicación ronda el 3 al 5% de las prótesis implantadas y, cuando aparece, suele presentarse antes del primer año tras la cirugía. Este índice es mayor en pacientes que lo han padecido con anterioridad. Con frecuencia se ve en una mama y no en la contralateral. Cabe destacar, por último, que esta complicación en ningún caso supone otro riesgo que los descritos previamente.

Pueden darse alteraciones de la sensibilidad, tanto por exceso como por defecto, de alguna región de la mama o de la areola y pezón, que son transitorios si bien pueden pasar varias semanas hasta que se recupere totalmente.


Las prótesis pueden durar toda la vida. En ningún caso se puede establecer un período fijo al cabo del cual se requiera el cambio de los implantes. Las pacientes operadas hace más de veinticinco años no han precisado cirugía de recambio, salvo circunstancias excepcionales o en casos como los de contractura de la cápsula. Se recomienda hacer las revisiones mamográficas habituales para controlar su estado y consultar cuando se aprecien modificaciones respecto a estudios previos.

Se ha demostrado que no existe relación entre las prótesis y el cáncer de mama.

Las mamografías son igualmente fiables. Sin embargo, es conveniente advertir al radiólogo antes de realizar la mamografía, de forma que adapte el estudio a dicha circunstancia.

La rotura de los implantes es altamente improbable pudiendo darse en circunstancias muy puntuales como un accidente en el que se rompiese la cápsula. En ningún caso se puede romper una prótesis viajando en un avión.

No, siempre y cuando sean del tamaño adecuado para la paciente. Si se colocan volúmenes muy grandes la distensión normal de la piel puede acarrear el descenso del pecho.

 

Esta es una cuestión que debe de ser tratada entre el paciente y el cirujano. El tamaño de la prótesis debe de ir, entre otros factores, en función de la constitución de la paciente para lograr un resultado armónico.

 

Sí. La cantidad y composición de la leche materna no se ve alterada por la presencia de implantes mamarios.

La cicatriz puede permanecer oculta tras un bikini, por lo que esta cirugía no suele ser un inconveniente para tomar el sol. Si se toma sin sujetador se debe de proteger durante al menos tres semanas y hasta que pase un año se puede exponer al sol aplicando siempre un filtro solar.

 

Los implantes mamarios se colocan más frecuentemente a través de la areola o del surco submamario; la vía axilar también se puede utilizar. Las características de la mama previas a la cirugía (tamaño de la areola o pliegue submamario bien definido) ayudan a tomar la decisión. Ninguna de ellas es claramente superior a las demás y, en condiciones normales, las cicatrices pasan prácticamente desapercibidas.

Se pueden colocar por encima o por debajo del músculo pectoral mayor, o bien bajo la fascia del mismo. No se debe de considerar un único lugar de colocación. Existen diversos factores que establecen la indicación de una posición u otra, en base a la exploración previa a la cirugía del paciente para obtener el mejor resultado posible.

 

Si bien la percepción del dolor varía en cada persona, los pacientes no la consideran una cirugía muy dolorosa. Es normal que el paciente presente molestias los primeros días, por lo que debe de limitarse la actividad normal.

Cuando se realiza un trabajo en el que no hay que realizar esfuerzos físicos, similares al trabajo en una oficina, los pacientes suelen reincorporarse a los dos o tres días.

 

El período de reposo varía según el tipo e intensidad del ejercicio. En condiciones normales se puede reanudar la práctica deportiva al cabo de unas tres a cuatro semanas.

 

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