Las zonas a tratar según las necesidades específicas de cada paciente, hacen que la técnica a emplear y la características del procedimiento puedan variar de forma significativa. No existe una única técnica de lifting que sea adecuada para todos los pacientes.
Según las áreas de la cara (tercio superior, medio o inferior) y las características de los tejidos a tratar, se hace un mayor énfasis en unas determinadas zonas u otras. Esto hace variar el tipo de incisiones, le necesidad de procedimientos complementarios y la duración de la cirugía.
El lifting facial no implica únicamente tensar la piel, sino readaptar los tejidos subyacentes, llevándolos a una posición similar a la se encontraban anteriormente. De esta manera se consigue un rejuvenecimiento natural, más duradero a medio y largo plazo y sin estigmas de una cirugía.
Un lifting es un procedimiento que nos permite rejuvenecer el aspecto general de la cara en una sola intervención y con resultados duraderos.
Las incisiones pueden variar en longitud: en un lifting facial completo la incisión comienza a la altura las sienes, continúa por la parte anterior de la oreja y se prolonga alrededor del lóbulo y detrás de la oreja hasta el cuero cabelludo. La localización de la misma junto con una sutura minuciosa hace que las cicatrices queden perfectamente camufladas.
En ocasiones sólo se precisa un ligero reposicionamiento de los tejidos lo que permite realizar incisiones cortas.
Existen pacientes en los que es prioritario mejorar la zona del cuello, esto hace necesario realizar una incisión en el borde inferior del mentón.
Habitualmente tras la intervención se coloca un vendaje acolchado alrededor de la cabeza que abarca las mejillas y el cuello. El alta suele efectuarse a las 24 horas tras la intervención.
El grado de hinchazón y el aspecto amoratado es variable pero habitualmente los pacientes se pueden reincorporar a sus actividades habituales a los 15 días de la cirugía.